martes, 6 de junio de 2017

BONSAI, UN ARTE MILENARIA

Bonsái (盆栽?) es una palabra de origen japonés que significa literalmente bon = 'bandeja' + sai = 'naturaleza' (aunque etimológicamente procede del término chino 盆栽, penzai, que significa pén = 'bandeja' + zāi = 'cultivar') y consiste en el arte de cultivar árboles y plantas, reduciendo su tamaño mediante técnicas, como el trasplante, la poda, el alambrado, el pinzado, etc., y modelando su forma para crear un estilo que nos recuerde una escena de la naturaleza.

Un poco de historia, origenes


El arte del bonsái se originó en China hace unos dos mil años, como objeto de culto para los monjes taoístas. Para ellos era símbolo de eternidad, el árbol representaba un puente entre lo divino y lo humano, el cielo y la tierra.
Durante siglos la posesión y el cuidado de los bonsáis estuvo ligado a los nobles y a las personas de la alta sociedad. Según la tradición, aquellos que podían conservar un árbol en maceta tenían asegurada la eternidad. Así fue como los monjes disponían los árboles pequeños en vasijas a lo largo de las escaleras de los templos y hasta eran fuente de culto.

En el sur de China, este arte consistía en transmitir todas las características de un árbol desarrollado en la naturaleza a un árbol pequeño cultivado en maceta. Se buscaba reproducir estos árboles según los existentes en las altas montañas por lo cual utilizaban sólo especies que existían en los montes y que ya poseían formas especiales en su intensa lucha contra las adversidades climáticas.
Fue llevado a Japón hace unos 800 años, donde se perfeccionó y evolucionó al arte actual. Desafortunadamente, muchos de los especímenes más antiguos desaparecieron durante la segunda guerra mundial




Una práctica saludable


El Bonsái es una planta con una historia muy especial, que parte de una tradición de siglos de antigüedad, y que data de antes de nuestra era. El cultivo de Bonsai se ha convertido hoy en una forma de arte muy respetada, basada en técnicas que se derivan de la experiencia adquirida a través de muchos siglos.

Tener una relación con un Bonsai es encontrar un pasatiempo que le mantendrá feliz para el resto de su vida. Esta planta extraordinaria, puede vivir durante cientos de años, si está bien cultivada y se le atiende correctamente. Y a cambio de su cuidado amoroso y tierno, la planta le ofrecerá una amistad íntima que se expresará sobre todo a través de su belleza artística y estética. El Bonsai más antiguo conocido en el mundo, con el maravilloso nombre de “Kunio Kobayashi Shunkaen”, se encuentra en Japón y tiene 800 años de antigüedad. Un árbol en una maceta.

Curar la depresión haciendo bonsais


Cuando le preguntaron al filósofo alemán Arthur Schopenhauer cuál era la mejor cualidad que podía tener una persona, respondió sin dudar: “Un buen estado de ánimo”. Todos conocemos a personas que están dotadas con un temperamento especial, que afrontan los problemas solucionándolos con alegría y que van siempre para adelante. Pero no son los más. Para la mayoría de la gente la vida cotidiana (trabajar, procrear, enamorarse, ilusionarse, tener esperanzas, etc) es como un guiso espeso al que, para revolverlo, nos dan una cuchara de plástico, de esas de los catering de avión. Y la cuchara se quiebra. Cuando pasa esto entramos en depresión, uno de los males de la época contemporánea, y no sabemos cómo remar el día a día. Esta técnica milenaria está dando grandes resultados para las personas con problemas de ánimo, trastornos de ansiedad y hasta graves patologías psiquiátricas: la práctica de hacer crecer, cultivar, podar y darle forma artística al bonsái. Pero ojo que el bonsái -al igual que el psicoanálisis, se atreve uno- cura, pero cura a través del arte.


Marita Gurruchaga está sentada en su amplio estudio de la avenida Independencia. Ni bien se la ve, uno tiene la sensación de que no es necesario que te enseñe la técnica del bonsái para sentirte bien. Para sentir que el día está logrado, basta con hablar con ella. Es una mujer mayor, divertida, que utiliza un vocabulario amplio, con giros del lenguaje juvenil (“son mis alumnos jóvenes que me lo transmiten”, dice) y que por chispa y sabiduría, bien podría ser el doble femenino del maestro Miyagi, ese personaje entrañable caracterizado por Pat Morita que se encargaba de cuidar sus bonsáis mientras le enseñaba a su discípulo las técnicas de las artes marciales en la película de los ochenta El Karate Kid. Marita también tiene sus discípulos, que pueden ir desde un político como Aníbal Fernández hasta un asistente terapeútico como Juan Martín Diez, quien, impulsado por Marita, ahora da clases de bonsáis en un taller donde se rehabilita a personas con demencias seniles y Alzheimer. “El día que nos conocimos Marita me regaló un arce finito y me dijo: ‘En maceta dos años, es decir que hay que esperar ese tiempo para que crezca y engorde y después vemos si lo podés tocar’”, recuerda riéndose Diez. Porque una de las primeras cualidades que transmite el arte del bonsái es la paciencia.
En tu vida, recuerda que hacer una práctica como esta puede darte beneficios para tu espíritu; no por nada se ha mantenido por milenios como un arte que va más allá de su manifiesta belleza.

Una obra de arte viviente

Afortunadamente, usted no necesita dominar todas las técnicas y métodos por si mismo.
Después de todo, la poda es una cuestión de gusto. Sin embargo, el Bonsái necesita cuidados y atención, pues de lo contrario la planta seguirá su propia voluntad, y se perderá la forma que tenía cuando la adquirió. Junto a la poda, deberá también regar con un poco de agua y fertilizantes de vez en cuando.

El Bonsai prefiere luz natural, y una tierra húmeda pero no encharcada. También le gusta un poco de espacio y una temperatura relativamente constante, con mucha luz, pero evitando los rayos directos del sol. A cambio, los Bonsai se muestran esplendorosos, como si fueran una obra de arte única.

Cultivo

Hay que cultivarlos en el exterior durante todo el año. No obstante, en el caso de las especies tropicales y subtropicales, éstos han de protegerse de las temperaturas bajas durante la época más fría, protegiéndolos en un invernadero frío muy bien iluminado. En todo caso, si no disponemos de un invernadero frío y se cultiva en el interior de casa, el bonsái debe estar lejos de fuentes de calor, junto a una ventana muy luminosa y sólo durante la época fría del año (otoño/invierno).

Riego
Se ha de regar cuando la superficie de la tierra comienza a secarse y de forma abundante, es decir, hasta que salga por el drenaje. Esto suele suceder dependiendo de muchos factores (época del año, clima de la zona, actividad del árbol, situación, etc.) y, por tanto, el riego puede ser necesario varias veces al día en verano o cada dos o tres días en invierno.
Se debe emplear una regadera de agujeros finos, para así aportar más oxígeno, evitar degradar el sustrato y no alterar su granulometría ni el drenaje del mismo. La primera vez, se riega para humedecer la tierra por encima y una segunda vez al cabo de unos minutos, a fondo, hasta que el agua salga por los agujeros de drenaje de la maceta, evitando el encharcamiento de la tierra.
La mejor agua que se puede utilizar es la de lluvia, ya que es la que absorben las raíces de los árboles en su estado natural. Al utilizar agua de uso corriente se recomienda dejarla reposar como mínimo 24 horas, ya que de este modo gran parte del cloro y demás elementos químicos nocivos quedan en el fondo del recipiente. También es recomendable el uso de agua con un pH de 6,5.
La pulverización de las hojas sólo debe emplearse cuando se haya aplicado un tratamiento fungicida preventivo en primavera y otro en otoño, de lo contrario aparecerán los hongos, especialmente si el cultivo es en interior o invernadero.
Si la maceta está muy seca, o el agua no penetra bien en el suelo, es conveniente sumergir la maceta en agua y dejarla reposar unos minutos. No obstante, este sistema de riego sólo se debe utilizar en caso de emergencia y nunca como un método habitual de riego.

Abono
El más adecuado es el abono orgánico sólido (hechos con harinas, de soja, de sangre o huesos). Hay que abonar especialmente durante los períodos de crecimiento y formación de yemas (primavera y otoño). Si se usa fertilizante químico líquido se deberían seguir las instrucciones del fabricante, ya que si se utiliza en exceso se pueden quemar las raíces. En período de reposo vegetativo, es preciso dejar de abonar, salvo que su cultivo sea en interior. No se deben abonar plantas débiles o enfermas, ni durante los treinta días posteriores a un trasplante o poda.
Las plantas verdes necesitan tres tipos de nutrientes esenciales para florecer: Nitrógeno, Fósforo y Potasio. Muchos abonos lo contienen en diversas proporciones y diferentes concentraciones. En la lista de contenido donde las bolsas de fertilizantes se puede observar las iniciales N (nitrógeno), P (fósforo) y K (potasio) seguidas de tres números. Éstos indican la relación entre los tres nutrientes y la fuerza relativa de los fertilizantes. El número mayor señala la concentración más alta de nutrientes. Por ejemplo, NPK 6:6:6 es un abono equilibrado de fuerza moderada, mientras que NPK 20:5:5 es un abono elevado en nitrógeno que se usa en el césped. El paquete debe mostrar una lista detallada de disolución y tasa de aplicación. Es importante seguir estas instrucciones. Si se utiliza una dosis menor de la recomendada, la utilidad del fertilizante disminuye. Si se usa una dosis mayor, se podría llegar a “quemar las raíces”, lo que perjudica al bonsái. En cualquier caso, es mejor usar una dosis inferior de la recomendada. Muchos fabricantes aconsejan aplicar la mitad de la dosis y usarla con más frecuencia que ocupar una dosis grande y con menor frecuencia. Como complemento a los tres nutrientes básicos, las plantas necesitan añadir otros elementos macro y micronutrientes esenciales para que la planta crezca. Los suelos fértiles contienen pequeñas cantidades de tales elementos, pero los componentes inertes de muchos suelos de bonsáis no. Algunos abonos orgánicos proporcionan unos cuantos como magnesio, zinc y hierro, pero estos no son todos los que las plantas necesitan. Muchos abonos químicos contienen estos elementos, en cuyo caso deben figurar en la lista de contenido. Si se prefieren los nutrientes orgánicos, hay que buscar en los catálogos de los viveros para encontrar los aditivos específicos. Muchas personas suelen estar tentadas a utilizar compuestos o estiércol de granjas para abonar sus bonsáis, pero es solo recomendable para árboles bien enraizados, ya que para un árbol que inicia su proceso de enraizamiento o recién trasplantado, esto implicaría introducir agentes patógenos a un árbol confinado a un espacio tan pequeño.

Nutrientes del suelo
N: Nitrógeno: El nitrógeno es responsable del desarrollo de los brotes y del follaje, y en definitiva, del crecimiento. Poco nitrógeno puede conducir al declive de la planta; las hojas se vuelven pequeñas, deformes y con aspecto desvaído. Si no hay nitrógeno en el sustrato, la planta morirá en pocos meses. Demasiado nitrógeno, en cambio, podría resultar en un crecimiento desmedido, con grandes hojas y brotes hinchados de agua lo que, en consecuencia, los hará muy quebradizos y delicados.
K: Potasio: Este elemento es el más importante para el crecimiento de frutos y flores. Incrementar el aporte de potasio en la dieta de los manzanos y las azaleas que tienen pocos frutos o florecen pobremente, hará que aumenten su número en la primavera siguiente. El potasio también ayuda a consolidar el crecimiento lento para preparar la planta para el invierno. Una insuficiencia de potasio en las especies que no florecen tiene como consecuencia la muerte en el invierno.
P: Fósforo: El fósforo es esencial para el desarrollo y buen funcionamiento de las raíces. Se usa habitualmente en concentraciones altas en plantas recién plantadas y planteles comerciales. Además facilita el engrosamiento de los troncos y las ramas. Ayuda a establecer las condiciones apropiadas para la producción del follaje y de los brotes de flor. También mejora la resistencia de las plantas al estrés y a las enfermedades. Un crecimiento débil y el color pálido pueden ser el resultado de un aporte excesivo, o incluso de carencia de fósforo.
Oligoelementos: Conocidos también como micronutrientes que resultan esenciales para las plantas. Son hierro, zinc, cobre, boro, magnesio, cloro, calcio, molibdeno, azufre y manganeso. Todos ellos contribuyen a la salud general de los árboles y la falta de estos nutrientes se refleja carencia de lustre en la apariencia y un desarrollo lento. El follaje estará pálido y crecerá débil. Entre ellos, el azufre, el magnesio y el calcio son macronutrientes y se necesitan en mayores cantidades que los otros, que son los llamados micronutrientes.

Poda
Se realizan de dos clases:
Poda de mantenimiento: sirve para formar poco a poco el bonsái y para acentuar las formas deseadas. Para hacerlo se podan las ramitas cuando tienen 7 u 8 pares de hojas, cortando por encima de los 2 ó 3 primeros pares de hojas. Se han de quitar las hojas amarillas y los brotes del tronco.

Poda drástica o de formación: consiste en podar drásticamente para darle la forma deseada. La forma de poda más drástica es la que se realiza a los ejemplares en escoba: cuando se quiere crear este estilo se debe cortar el tronco con una navaja afilada en bisel o cóncavamente para que las ramas que surjan lo hagan desde el mismo punto. Y para que éstas crezcan hacia arriba conviene rodear el corte con un cartón opaco que sobresalga unos 5 cm para que las ramitas se dirijan hacia arriba disimulando la cicatriz. La herida del corte se debe untar con una pasta cicatrizant

Transplante
Cuando la tierra se haya agotado (cada 2 ó 3 años) es necesario trasplantarlos, dependiendo de la especie y situación de cada ejemplar. Se ha de recortar a la vez parte de las raíces y podar las ramas en una proporción similar. En general, suele hacerse al comienzo de la primavera, justo cuando las yemas están hinchadas pero los brotes aún no han abierto, cortando entre 1/3 y 2/3 de las raíces, aunque puede haber casos en los que no sea necesario. Hay dos clases de raíces: las de sostén y las de alimento. Se deben cortar las primeras. Estas pueden reconocerse porque son largas y más gruesas. Las de alimento son más finas y con pequeños filamentos parecidos a cabellos. Estas no se deben cortar. Esta operación es delicada y si no se está seguro de que el bonsái sobreviva es mejor no podar las raíces o consultar con un profesional. En cualquier caso, el volumen de raíces que dejemos debe ser 1/3 superior al volumen de copa o parte aérea.


Musgo
El musgo es una parte decorativa opcional que aporta una textura sedosa a la superficie del suelo, aunque también es útil para mantener más la humedad en la tierra durante la época seca.

No obstante, aunque el musgo resulta agradable visualmente, es necesario que no cubra más del 50% de la superficie de la maceta para que las raíces puedan respirar adecuadamente y se pueda realizar un riego correcto observando la situación en la que se encuentra la superficie de la tierra. En ningún caso se debe cubrir parte del tronco.


Método de cultivo de bonsai para principiantes


Lectura complementaria:


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